Anoche soñé que la nieve ardía

Lunes veintiocho de Noviembre...



Anoche soñé que la nieve ardía,
que ardía en mi dolor,
En aquel dolor de haber sido aplastada por un enorme camión de carga
de muchas cilindradas.

Soñé que un extraño oráculo presagiaba burlón
que el día de mi muerte había llegado,
y atravesando una avenida, por ahí, por el reloj de flores
De pronto, la encrucijada
y heme allí,
inmovil e inerte bajo las ruedas de ese vehículo de carga.
¿Cuantos hombres quedados en la berma de mi camino
se contentarían con mi extinción?
como cuando se acaba con una especie de animal exótico pero peligroso.

Mas no desperté presa del pánico,
sino más bien por el ruido del televisor a todo volumen a las cuatro y quince,
Televisor que se encendió misteriosamente;
Entonces, sentí miedo
y el sudor se mezcló con lágrimas
y éste con ganas de vivir y de ir cortando gota a gota
este dolor caliente y frío,
este dolor que quema en invierno y verano
este dolor que talvez yo misma inventé
y sigo alimentando.

Entonces lloré con mi madre
me deje acariciar por los lamidos torpes y sinceros de mi perrita bridget,
y comprendí que nada es tan atemorizante como la posibilidad de que todo acabe,
nada peor que ser privada de este mar de cosas maravillosas que poséo.