27 de marzo de 2005

El almuerzo en el Mercado

Eran ya más de las tres de la tarde, y aún no emprendíamos el rumbo a nuestro almuerzo, mi hambre era dantesca, y aún los tres no conseguiamos acordar el restaurante elegido.

Resignados a entrar en lo primero que tuviera mesas disponibles, ya que se trataba de nada menos que viernes santo, y atendido lo avanzada de la hora no podiamos ser exigentes,
Nos encaminamos hacia el mercado del puerto, allí a pasos de Echaurren, en el segundo piso del mercado, nos aventuramos en una picada con manteles de cuadrillé rojo, de escalofriante decoración y con muchos rostros populares que nos observaron al entrar.
Alberto recomendó la cocina del lugar, obedientes con celeste pedimos una merluza con ensaladita chilena que era una especie de menú que también traía una sopa de marisco y un bajativo, felices y sintiendonos parte del folclore porteño nos sentamos en una mesa chiquita y solicitamos desde ya, nuestro vino blanco bien heladito-

Varios vendedores ambulantes entraron a tentarnos con sus ofertas, fue asi como adquirimos cinco CD, diarios de motocicleta, me obsequiaron una antología de fito paez, y adquirí unos aros bellísimos de plata.
Dichosos con nuestras compras comenzamos a sumergirnos en el canepa de " exportación", ad hoc a la comida y local, que trajo la mesera,
Para finalizar cigarros importados mentholados , de esos que consumen las niñas de vida alegre que laboran en las intermediaciones del local gastronómico.

La comida?.mmmmmmmmm, malula, escasa y de mediana a baja cálidad, bueno por el precio que más se puede esperar!, encontré consuelo en los vinos blancos helados y rapidamente se dio paso al descorchamiento de dos botellas más, estas nos soltaron la lengua y abrieron nuestra imaginación, jugamos a la verdad con resultados bastantes aventurados.
En definitiva una grata tarde de vino, charla entretenida y amistad de calidad.

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