El poder redentor de Los Bares de Valparaíso

Ciertos bares de Valparaíso,
han tenido un rol estelar en mi historia,
Ciertos bares de Valparaíso,
han quedado marcados en mi memoria emotiva,
como aquellas lineas que llevo incrustadas en las palmas de mis manos.

Como olvidar El Bar La rueda, sitio lúgubre y pequeñito,
ubicado en calle Colón, aledaño a mi Escuela de Servicio Social
El Bar Soraya, El Snoopy, El Yugoslavo.
Se trataba de maratónicas jornadas de vino y cerveza nacional baratas,
que eran solo el acompañamiento para amistades dignas de exportación.

Actualmente mi favoritos son El Bar Inglés
en este sitio he sido capaz de comprender
que el amor es gentil y mágico,
y el inigualable " Cinzano",
lleno de tibieza, tango, y alegría.


En pleno puerto de la ciudad,
a solo cuadras del barrio chino,
podemos encontrar,
El Legendario " Bar El Playa"
Desde el año 1908, reducto de poetas,
gozadores, artistas, universitarios,
veteranos y hasta algunos antisociales.
En mis tiempos de glamour máximo, junto a mi amiga Nicole,
bailabamos hasta desfallecer en dicho antro,
brindabamos a la distancia con los galanes más aventajados,
y derrochabamos sonrisas por doquier, desde el segundo piso,
cual divas saludando desde el balcón presidencial de la moneda.
Deseadas y admiradas, no perdiamos ocasión para contornearnos al compás del
ritmo candenciosos de Joe vasconcellos, Charly, Los Fabulosos,Creadence
o cualquier melodía animosa. ¡Ay, que tiempos aquellos..

Anoche sentada en la misma barra
que años atrás fue testigo de tanto deambular
recordé las charlas existenciales que sostenía con Nicole,
Sucedía mas o menos asi;
En cuanto llegabamos/primero que todos los parroquianos
muy encaramadas en los pisos altos adyacentes a la barra,
bebíamos como aperitivo de noche, una jarra de vino,
jarra con uvas en relieve, una criolla jarra,
of course, incluida con la entrada,
Este brebaje amargo
nunca sabía mal,
solo a veces algo salado,
producto de lágrimas sinceras derramadas por nuestras crisis existenciales derivadas
de amores incompletos o mal correspondidos
o crisis vocacionales
o familias desmembradas
pero principalmente de soledades negras alojadas en nuestros corazones.

Tras esa catarsis,
llegaba la multitud
nos dirigiamos con dificultad entre empujones, codazos y pisotones al baño
y salíamos nuevas, cual artista estelar de sus camarines,
cual pavo real exhibiendo el colorido de su plumaje,
Radiantes, esbeltas, sinuosas, festivas.
La noche era nuestra y repetiamos sin cansarnos esta formula semana tras semana,

Anoche era diferente;
Frente al espejo viscelado y las muñecas dormilonas
decorativas y aterradoras del bar,
Había otra mujer,
más vieja, más cansada, más triste, más desencantada, más loca.
Celeste tampoco era la misma que me acompañó varias veces
Es que nadie puede pretender quedar incólume tras tanto viaje
tras tanto deambular.

Me sente en esa vasta barra
con un cigarrillo en mi mano derecha,(yo que no fumo)
y un vaso de cerveza muy helada en la izquierda,
a escuchar el alma dolida de Celeste,
La quiero tanto,
y le regalo tan poco tiempo verdadero.
la más de las veces, vivo egocéntrica
hablandole de mis carencias y tormentos.
Atentamente escuché y sentí al unísono sus inquietudes

Fue tan grato compartir ese momento puro de amistad,
improvisado,
sin tragos caros,
ni vestimentas pretenciosas ni espectativa alguna respecto al entorno.
solo nosotras cobijadas en ese bar maravilloso
ese bar lleno de madera, de recuerdos, de muñecas
de Brigiet Bardot y Marlon Brandon inmortilizados en sus paredes.

Para finiquitar nuestro carrete porteño
nada mejor que el carro de sanguchitos,
Dos barros lucos italianos fue la orden
y las palabras sobraron,
solo se escuchaba el mastique desenfrenado,
y nuestros estomagos agradecidos.

Antes de dormir pensé en el privilegio de poder contar con Celeste
El poder que subyace tras mi libertad
para ir en busqueda de lo que me hace feliz,
Soy una persuadida de que un buen bar más la compañía indicada
es un antídoto perfecto para todos los males,
Sin duda, bajo el influjo de esta formula podemos perpetuar
lo que otros ven, viven, sienten y digieren como desechable.