Despertar otoñal

Hemos entrado, casi sin darnos cuenta
a una nueva estación del año,
El clima aún generoso de día,
al caer la noche presagia un invierno frío y acuoso,
de esos para comer harta sopaipilla y dormir bien apretujados.

Los turistas bulliciosos e invasivos
desalojan por fin nuestra ciudad,
quedando ésta más grata, despejada y bella.
Junto con los turistas,
parece marcharse también este pesimismo espeso y negro que me opaca,
este pesimismo con visos de melancolía y frustración
que me mantuvo en una especie de letargo árido y aburrido
durante los días más soleados.

Me parece inconcebible e indigno de mi
no haber disfrutado de la playa ni un misero día,
con la desafortunada consecuencia de no haber sumergido
ni un solo dedo del pie en el mar,
tampoco me he emborrachado entre los arboles
ni he contemplado desde las alturas,
copa de vino blanco en mano mi ciudad.

No sé si responsabilizar al trabajo,
o a los altibajos del amor,
o a mi propia falta de inicitiva,
sobre este grave pecado
consistente en dejar de vivir de verdad.

Mas grave fue haber dejado de escribir por casi tres meses,
sintomas inequivocos
de un alma desencantada
habitante de un cuerpo cansado.

Ahora, me rebelo
en este preciso instante
y me largo ya,
a un buen bar,
acompañada por Celeste y Camila

Que la vida es como un tren en marcha,
si nos quedamos abajo aletargados,
nos perdemos de viajar,
y nos quedamos solos, tristes,
como humedecimos por dentro,
y grises por fuera,
esperando nada,
saboreando el amargo fracaso,
especulando y sintiendo lástima de nosotros mismos
por no haber experimentado más,
Está claro que esa no es mi opción,
asi que Valparaíso nocturno allá voy....