16 de abril de 2005

¿Por qué la naturaleza de la mujer ha de ser tal que tenga que ser siempre un hombre el eje de su vida?

.

"Es raro que un amor humille, no consiga sino humillar"

Fragmento escrito por la escritora chilena María Luisa Bombal,
en su obra La amortajada

¿Quien era Eulogio Sánchez?: Era irrefutablemente el eje de la vida
de la escritora.

Maria Luisa elige :

El céntrico hotel Crillón como punto estratégico.
El día 27 de enero de 1941,

ordena : que le suban un cointreau a su habitación.
En su garganta se atasca el aire pesado.

La ventana del Crillón anuncia el movimiento callejero
como si fuera la pantalla de un cine.
Y en medio de la tarde lo ve:
Eulogio camina moviendo las caderas igual que una marioneta.
De golpe, la autora se encuentra tras él
con sus brazos horizontales apuntándolo,
pensando en matar así a su mala suerte, y luego
escuchando el ruido seco que provocan sus tres disparos.

Eulogio cae frente a ella. ¡Yo fui, yo disparé, aquí estoy!,
grita orgullosamente.
Pero la puntería ha fallado y Eulogio sólo está herido.

Reconozco que he deseado en más de una oportunidad eliminar de
esta forma tan cinematográfica a mi mala suerte, que tiene nombre,
apellido y blog.

A propósito de como nos afecta a nosotras las mujeres apasionadas,
intensas, obsesivas, neuróticas,y dilapidadoras al amar,
el abandono, el desprecio y en definitiva el desamor,
husmeando y hurgueteando de blog en blog, descubrí a
Elisa de Cremona,
investigadora jóven, de aguda inteligencia e intensa sensibilidad ,
Ella nos cuenta en uno de sus posting del profundo agujero negro
que le ha quedado en su pecho tras el fin de un amor,
de su no resignación ante la pérdida del eje central de su existencia,
de su obsesiva curiosidad por seguir sabiendo de la vida de su ex amor,
y de su luto sostenido y despechado,
fue asi como en el extremo de su dolor
procedió a llevar a cabo el siguiente exhorcismo:

" Un día en el que mi grado de tormento superaba el luto, el duelo,
incluso la más desconsolada pena, vi las flores, eran claveles rojos.
Muy rojos los pedí yo, y pedí, también, una tarjeta, una de esas que
llevan una línea negra cruzada en el sobre, parecían antiguas, estaban
incluso medio amarillentas, es que ni siquiera lo alcancé a pensar
y ya se las había mandado.

Una corona funeraria enorme, eso era. Una corona funeraria con ramas verdes entretejidas, unas hojas finitas de pétalos blancos entre lo verde y una cinta negra que la atravesaba, con mi tarjeta colgando en un costado. Se la mandé a su nueva casa con un mensajero.
Asumí un personaje patético, ahora lo puedo decir, pero se mitigó mi tristeza. Hoy, a veces, cuando me acuerdo de esa época la veo como tan lejos, casi nublada; pero ya no la siento con ese dolor infinito, incluso, me río de mí cuando desentierro la historia y pienso en lo que decía la tarjeta, y me imagino lo sorprendida de su cara al recibir la corona de manos de aquel mensajero y leer:

“Para ti que te me haz muerto” "

( Elisa de Cremona)

1 comentario:

  1. ¿Son el eje de nuestra vida o eso es lo queremos hacerles creer? No sé, no sé...

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